La perspectiva moderna de marketing presenta dos dimensiones que resultan imprescindibles para el gestor cultural: la filosofía y la técnica. Comenzamos con una reflexión sobre la importancia del marketing como forma de entender la organización cultural, su producto y su relación con el entorno. A continuación, se aborda el proceso de planificación estratégica de marketing y sus herramientas.
Un primer acercamiento al marketing como filosofía y técnica de gestión en las organizaciones culturales requiere comenzar por conocer cómo hemos llegado al concepto más moderno de marketing para, a continuación, abordar con detalle cómo se ha de realizar su planificación y el uso de sus herramientas.
En la última década, el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación ha originado nuevas condiciones para la generación de valor en la economía y en el intercambio entre las organizaciones y sus clientes. El ámbito cultural, por el tipo de producto que vende y el contexto en el que opera, ha de incorporar esta nueva perspectiva, naciendo así el concepto de marketing colaborativo como "el proceso en la sociedad y en las organizaciones que facilita el intercambio voluntario a través de relaciones colaborativas que crean un valor recíproco a través de la aplicación de recursos complementarios".
Se trata de una evolución natural de la disciplina hacia un nuevo "escenario de redes", en el que las teorías de marketing relacional han desarrollado un papel clave que explican la evolución lógica hacia un nuevo paradigma, una nueva forma de entender y de hacer marketing. En esta nueva estructura se produce un cambio en la funciones asignadas a los roles de los agentes de interés y las relaciones de intercambio se sustituyen por relaciones colaborativas en las que, tal y como se proponía en el enfoque de marketing de relaciones, se pretende generar vínculos de ganador ganador entre todos los agentes, evolucionando del "marketing one to one" al "many to many marketing", tal y como indica Gummesson (2008), sustituyendo la posición de la organización centrada en el cliente por una organización en economía abierta en la que las relaciones con los clientes y otros agentes implicados son de colaboración y el beneficio se proyecta más allá del corto plazo y la organización individual para integrar al resto de colaboradores (asociaciones, organismos públicos, privados, etc.), entendiendo que todos se beneficiarán de un contexto de colaboración y crecimiento. Este puede ser considerado el antecedente inmediato de las nuevas teorías colaborativas, así como una nueva manera de "co-ompetir" en la línea propuesta por Brandenburger y Nalebuff (1997) y, en el ámbito cultural, Parrish (2007), quienes sostienen que operar en un mercado, como el del creativocultural, no consiste en destruir a otros para ganar, sino en ser lo suficientemente creativos como para conseguir que el mercado se desarrolle para que todos ganen y encuentren su lugar.
Evolución en el concepto de marketing
Fuente: Elaboración del autor.
El interés que presenta conocer la evolución registrada en el concepto de marketing reside en que una primera reflexión para las organizaciones culturales antes de enfrentarse a la planificación de marketing está en conocer en qué fase se encuentran. En el actual panorama de la oferta cultural en España podríamos poner ejemplos de cada una de las fasesconceptos de marketing. Nuestro primer objetivo será entender dónde estamos y dónde pretendemos llegar. La más antigua perspectiva de marketing buscaba "ganar", el antecedente más reciente buscaba "satisfacer" y la perspectiva más moderna pretende "colaborar". En la gestión de organizaciones culturales, buscaremos alcanzar esta perspectiva más moderna de marketing colaborativo, fundamentalmente por tres motivos:
De esta manera, entendemos que las organizaciones culturales son parte activa de la red de relaciones que conforma el sector del ocio. Organizaciones de diversa naturaleza y con muy diversos objetivos operan en un mismo mercado, pretendiendo que, en última instancia, sus aportaciones resulten rentables (social y/o económicamente).
Para conseguir sus objetivos, las organizaciones han de conocer en profundidad a sus públicos y desarrollar productos culturales acordes al entorno y a los tiempos en los que operan. Por este motivo, desde la perspectiva colaborativa se proponen nuevas definiciones de conceptos que, en el entorno actual, se han quedado obsoletos. Hay tres cuestiones básicas: Qué se intercambia, con quién se intercambia, y qué tipo de valor crean las organizaciones culturales. Estas cuestiones son el punto de partida para el desarrollo de un nuevo enfoque de marketing en las organizaciones, adaptado a la sociedad actual. Analicemos brevemente cada uno de ellos:
¿Qué estamos ofreciendo con nuestro proyecto / empresa / organización cultural? Se rompe con el concepto de producto para sustituirlo por el de "servicio", en singular, que Vargo y Lusch (2008, p. 26) definen como "la aplicación de competencias especializadas (recursos activos, conocimiento y habilidades) a través de actos, procesos y actuaciones para el beneficio de otra entidad o de la propia entidad". Desde esta perspectiva, bienes y servicios no son diferentes formas de producto. Los bienes son vehículos transmisores de servicio (conocimientos, habilidades de una organización). El servicio es el denominador común del proceso de intercambio; siempre se intercambia servicio. Los bienes, cuando aparecen, son elementos que ayudan al proceso de provisión del servicio. Empresas como La Máquina China o Bubock son ejemplos de adaptación del concepto moderno de producto o servicio cultural.
Este nuevo concepto acuñado supone una nueva manera de entender los recursos. Los recursos son elementos activos, de tal manera que la creación de valor tiene lugar cuando un recurso potencial se transforma en beneficio para algún actor. La perspectiva tradicional de valor que se proyecta sobre un bien (materias primas) es un concepto antiguo: el valor de los recursos (tangibles o intangibles) reside en su potencial para crear valor para otros actores económicos. El conocimiento y los recursos humanos representan categorías especialmente importantes dentro de los recursos activos de la empresa. No importa si lo que utilizamos para acercarnos a nuestro público es o no tangible, si es un libro, un viaje o una visita a un monumento, lo que importa es cómo combinamos todos nuestros recursos para conseguir alcanzar las expectativas de los públicos con los que trabajamos.
Hasta ahora el cliente se situaba en el centro de todas las decisiones de la organización, y la irrupción del marketing colaborativo lo desplaza para colocar en su lugar "el equilibrio". La teoría del "marketing de muchos a muchos" (Gummesson, 2008) viene a sustituir el tradicional "marketing uno a uno" y, conecta perfectamente con la llegada al marketing colaborativo, en el que todos los agentes de interés (ahora denominados actores), aportan y reciben beneficios en las interacciones.
Si el enfoque de marketing relacional abogaba por la diferenciación entre diversas fórmulas de relación (B2B, B2C, etc.), el marketing colaborativo entiende que todos los actores que operan en un mercado son susceptibles de crear y recibir valor: clientes, otros clientes, organizaciones públicas y privadas, etc. Desde esta perspectiva, se entiende que las organizaciones, más allá de buscar optimizar las ventas y/o beneficios y sus actividades, deben buscar el equilibrio de un sistema en el que todos ganen, ya que sólo así se mantendrá a largo plazo. Por supuesto, esta perspectiva cobra especial sentido en la medida en que existen las nuevas tecnologías e Internet. En esta línea es importante apreciar que el concepto de "relación" ha adquirido un significado diferente desde la aparición de internet y las redes virtuales. De hecho, se considera que el marketing colaborativo es especialmente útil en un mundo altamente conectado, en el que todos los actores se relacionan con medios que permiten un nivel de comunicación y de colaboración que facilitan que las decisiones de marketing, ahora más que nunca, se sitúen a nivel de dirección, que ha de ser el que guíe la colaboración de los agentes para conseguir el máximo beneficio para todos.
En este contexto también cabe plantearse ¿en qué posición se sitúa el cliente? Desde la perspectiva tradicional de marketing, el cliente es un elemento pasivo, al que hay que conocer para poder satisfacer sus necesidades. El cambio es sustancialmente diferente cuando aplicamos la lógica colaborativa: el cliente pasa a ser un recurso activo: es co-creador del servicio, participa en el consumo, crea valor para sí mismo y para la empresa, es, por lo tanto, un recurso más que hay que incorporar a la gestión. Por supuesto es muy importante, pero más importante que él es la consecución de un equilibrio entre todos los agentes con los que colabora la organización. Un ejemplo de confluencia de intereses es el fenómeno crowd-funding. Películas como "El Cosmonauta" son el resultado de la colaboración de miles de personas que, con diversos tipos de fórmulas apoyaron un proyecto. Plataformas como Goteo, Verkami o Lanzanos en España permiten compartir múltiples formas de co-creación de valor: aportación de ideas, dinero, difusión, etc.
La incorporación del cliente y de los agentes como co-productores altera, el concepto de valor, entendiendo que el valor es únicamente determinado por el beneficiario. Este cambio ya había sido apuntado por Normann (2001, p.99) cuando argumentaba que "el cliente es un creador de valor más que un destructor de valor". Esta misma perspectiva es la que adopta la lógica de marketing colaborativo para concluir que la oferta ya no es el resultado de un proceso de manufactura o de la lógica de una cadena de valor, es un input que se incorpora a un proceso de creación de valor. Desde este punto de vista, el cliente desempeña un papel activo, responsable de parte de proceso de creación de valor que pasa a denominarse "valor en uso". Su colaboración es clave: al comprar una entrada, dar una opinión, recomendar, etc. Los clientes participan activamente (y en diversos grados) en el proceso de creación de valor. Es imprescindible reflexionar sobre el tipo de valor que damos y recibimos de nuestros públicos.
La siguiente figura recoge un resumen de los cambios más significativos que aporta el marketing colaborativo.
Marketing colaborativo versus marketing tradicional
Fuente: Elaboración del autor.
De manera paralela a la aparición de este perfil de consumidor, las organizaciones comienzan a plantearse cuestiones estratégicas como la conveniencia de contar con públicos colaboradores (altamente implicados con la organización) y cómo se comportan:
Los públicos colaboradores son un perfil en crecimiento en todos los ámbitos y, por sus peculiares características, la cultura es uno de los más afectados. La adaptación de las organizaciones a estos nuevos públicos es muy desigual entre sectores culturales. Las organizaciones crean su propia cultura de relación con los clientes y estos participan más o menos dependiendo de múltiples variables. Por ejemplo, en España, el portal de gestión cultural Dosdoce, ha publicado diversos estudios sobre la adaptación de diversas organizaciones culturales (especialmente museos) al entorno 2.0, y en términos generales los resultados indican que, en lo que respecta a tendencias generalizadas, aún la gestión de las relaciones colaborativas son muy escasas. Crece la presencia de entidades culturales en redes sociales, pero bajo esa presencia no existe una estrategia de continuidad, de gestión de las colaboraciones, lo cual otorga a dicha herramienta un papel simple de comunicación unidireccional, similar a otros medios de comunicación de masas, sin aprovechar las ventajas de los públicos colaboradores.
La aparición de públicos colaboradores puede ofrecer a las organizaciones culturales múltiples ventajas:
Un ejemplo de buenas prácticas en la gestión e implicación de clientes es CELAMA, un proyecto inicial de la Universidad de Cádiz, que consiste en una aplicación Web personalizada que facilita el seguimiento, la evaluación de los clientes y la interacción. Además, se trata de un programa en continuo cambio, que busca la adaptación a los cambios que impone el entorno.
Aunque los públicos colaborativos aún no son los más frecuentes, el crecimiento que ha registrado este perfil de consumidor está generando un gran interés por parte de los investigadores del comportamiento del consumidor para reconocer los motivos que pueden llevar al consumidor a realizar este tipo de consumo que resulta tan beneficioso para las organizaciones como para la audiencia. Los comportamientos denominados "Consumidor DIY (do it yourself)" son cada vez más demandados y valorados por los públicos que prefieren una mayor involucración en su propia actividad de ocio
Wolf y McQutty (2011) desarrollan un modelo que explica las motivaciones y los resultados que provocan la aparición de este tipo de comportamiento.
Modelo conceptual de motivaciones y resultados de los comportamientos DYS:
Fuente: adaptado de Wolf y Mcquinny, 2011, pp. 155
En la figura podemos observar cómo los comportamientos DIY encuentran un terreno abonado cuando se dan las condiciones apropiadas para que se produzcan: tiempo suficiente y experiencia previa. El resultado de esta experiencia de compra gira en torno a experiencias más satisfactorias debido a una mayor implicación del consumidor en el proyecto de consumo, que éste llega a hacer suyo.
Desarrollar estrategias de marketing en el mercado actual del ocio requiere mucho más que buenas ideas: requiere pensar estratégicamente, y para ello, resulta indispensable tener una visión amplia de la organización: cuáles son sus objetivos, sus necesidades, sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
La planificación estratégica marca las tendencias a largo plazo de la organización cultural, ayuda a definir los principales aspectos estratégicos, ofrece un marco para la comunicación con los agentes implicados y mejora la dirección de la organización, estableciendo un sistema que ofrece las técnicas de actuación necesarias y ofrece los adecuados mecanismos de control.
Debemos tener siempre presente que la organización cultural y el entorno en el que ésta actúa están en continuo proceso de cambio, y es responsabilidad de la dirección de la entidad el no perder el pulso al entorno, otorgando una especial importancia al cliente. Además, siempre tenemos que tener presente que el cliente se encuentra en continuo proceso de cambio, y sus valores culturales también: lo que hoy les encanta, mañana les puede parecer obsoleto. Es nuestra misión, por tanto, conocer las claves de esos valores para facilitar la mejor adaptación entre oferta y demanda, y esto pasa por plantearse las siguientes cuestiones:
Estas son algunas reflexiones iniciales al diseño del plan de acción. Tenemos que tener presente que el plan estratégico ha de ser tan flexible, adaptable y fácil de cambiar como el entorno en el que desarrolla su actividad.
Una vez realizados los planteamientos iniciales de gestión, podemos marcar las etapas a seguir en el diseño de un Plan de Marketing Cultural:
Etapa 1. Análisis estratégico / Diagnóstico: Consiste en realizar un análisis riguroso del entorno de la organización. En este sentido, es importante combinar el enfoque clásico de análisis DAFO para evaluar las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de la organización, con otros como estudios de buenas prácticas y benchmarking, todo ello teniendo siempre en perspectiva la misión de la organización y sus objetivos generales y específicos. Una buena referencia en este ámbito es la guía FAMP de evaluación de políticas culturales municipales (2009).
Etapa 2. Planificación de marketing: consiste en determinar los objetivos generales y específicos de la organización para el periodo marcado (dependiendo de la organización, la temporalización será diferente), formular la estrategia núcleo de marketing para alcanzar los objetivos y establecer un programa detallado de acciones a desarrollar para implementar la estrategia. Esta fase la vamos a desarrollar en el apartado 3.
Etapa 3. Implementación del plan de marketing: es el paso de la planificación a la acción, en el que se desarrollarán las acciones planificadas.
Etapa 4. Control. Consiste en medir las acciones desarrolladas y realizar los ajustes necesarios para la siguiente temporada.
Pasos para la Planificación Estratégica de Marketing
En la etapa de planificación de marketing de una organización cultural se han de desarrollar tres grandes tipos de acciones:
Esta etapa constituye el núcleo de la planificación de marketing. En lo que respecta a la planificación de objetivos, debemos tener en cuenta que siempre han de ser cuantificados, realistas y consistentes.
En lo que respecta a la formulación, la gestión de una organización cultural requiere planificar dos tipos de estrategias que, aunque presentan una naturaleza diferente en su diseño, se encuentran íntimamente vinculados por un concepto que debemos tener presente siempre en el proceso de planificación: la visión del consumidor. Aunque en el presente material vamos a ir desgranando los productos culturales en todas las pequeñas partes que lo integran (las personas, el precio, la marca, etc.) no debemos olvidar que lo que el consumidor percibe es una única experiencia, y esa ha de ser nuestra referencia.
Para construir esa experiencia, tenemos que planificar dos grandes tipos de estrategias:
Modelo 7+7 para la Planificación de las Estrategías de Marketing en el Sector Cultural
Fuente: Elaboración del autor
Son siete las variables a gestionar en la dimensión instrumental de la planificación:
La gestión de las relaciones de grupo ha de entenderse desde una perspectiva flexible. Si entendemos que las organizaciones culturales son entidades que crean y reciben valor en el mercado cultural, la identificación de los grupos de interés habrá de realizarse de forma individualizada para cada organización bajo los siguientes interrogantes: ¿qué grupos de interés participan en el proceso de producción y comercialización de mi producto cultural? ¿Qué valor entregan y esperan recibir en sus intercambios? Desde una perspectiva general, aplicable a cualquier entidad cultural, identificamos siete relaciones con grupos de interés:
La investigación realizada por el Arts Council of England (2012) sobre los agentes de interés (relaciones de grupo) recoge, de manera práctica, el enfoque de las relaciones en las organizaciones culturales y cómo se ha de investigar sobre lo que cada uno de ellos espera de la relación.
Para terminar, la planificación estratégica de marketing debe contar con un documento que recoja las estrategias a desarrollar, el momento en que van a tener lugar (temporalización) y el presupuesto que requieren. Sobre éste último, debemos tener presente que:
Desde la perspectiva de marketing, el producto cultural es aquél que permite satisfacer las necesidades de los consumidores. Esta sería la perspectiva del consumidor, que consume cultura para satisfacer necesidades de muy distinta naturaleza. Ahora bien, esta aparentemente simple definición esconde múltiples decisiones para el gestor cultural: ¿Qué tipo de necesidades desea consumir? ¿Cómo desea consumirlas? ¿Cómo diseñar el producto para que resulte atractivo a los ojos del público? En definitiva, gestionar un producto es gestionar múltiples decisiones que el gestor de marketing, en un acto creativo de gran complejidad, ha de ir combinando adecuadamente hasta conseguir un producto adaptado a los requerimientos del público objetivo.
La planificación técnica de un producto cultural requiere identificar e integrar con coherencia cada una de las partes que lo integran. Un primer paso consiste, por lo tanto, en identificar los ámbitos de decisión:
Diseño del Producto Cultural
Fuente: Elaboración del autor a partir de Lovelock y Witz (2010)
Los productos periféricos que integran el nivel 2 pueden ser de distinta naturaleza, aunque lo más frecuente es que esta dimensión la integren productos con un mayor componente de intangibilidad (servicios). Lovelock y Witz (2010) establecen ocho categorías básicas de servicios complementarios:
El cliente necesita, para obtener el máximo valor de cualquier producto cultural, disponer de toda la información relevante sobre las características del servicio y sobre la forma de consumo del mismo. En el caso de los consumidores potenciales, este servicio complementario adquiere una mayor relevancia, ya que su nivel de desconocimiento es mayor. Entre los elementos de información más relevante nos encontramos con: direcciones sobre localización del producto, horarios, precios, instrucciones de uso / consumo, advertencias, condiciones de venta, notificación de cambios, documentación, etc.
Una vez que el cliente ha tomado la decisión de compra, el proceso de recepción de pedidos debe caracterizarse por la eficiencia y la rapidez, con el fin de que el cliente incurra en los menores costes físicos y mentales. Estos innecesarios costes del servicio pueden reducir considerablemente el valor del mismo para el cliente. En este contexto, la tecnología ofrece una gran oportunidad para aportar valor al servicio, facilitando la actividad de recepción de pedidos tanto para el cliente como para el oferente. El único inconveniente que encontramos en la aplicación de las nuevas tecnologías a este ámbito es que aún existe un amplio sector de la población que se muestra muy inseguro con respecto a la adquisición de servicios a través de estos nuevos medios, y esta inseguridad, en la mayoría de los casos se debe a la falta de una prueba tangible de la compra. Es importante tener presente esta información para tratar de reducir al mínimo las barreras que pueden suponer para el cliente. Los elementos que configuran los servicios complementarios de recepción de pedidos pueden clasificarse en tres grupos: reservas e inscripciones (de asientos, de entradas, de visitas guiadas, etc.), órdenes de entrada (cumplimentación de formularios (por Internet, teléfono, etc.) o solicitudes (de pertenencia a clubs, programas educativos, etc.).
Los clientes quieren facturas claras y puntuales, en las que se detallen todos los cargos. Cualquier fallo en este sentido puede crear insatisfacción en el cliente. La actividad de investigación de marketing, en este aspecto, estará dirigida a conocer el tipo de información que el cliente desea que aparezca y con qué tipo de orden desea que aparezca. Entre los elementos de facturación más habituales nos encontramos con: posibilidad de autofacturación, facturas individualizadas, posibilidad de consulta de históricos (cuántas entradas ha adquirido el cliente individual u organizacional en los últimos tres meses), etc.
La facilidad y la comodidad de pago son exigencias crecientes de los clientes en una gran variedad de servicios. Son muchas las opciones que se pueden desarrollar en torno a este concepto: pago a través de máquinas expendedoras (haciendo uso de efectivo o de tarjetas de crédito o débito), pago a través de intermediarios (entidades financieras), pago directo en la propia organización oferente de servicios (en efectivo, con tarjeta, cheques, etc.), pago a través de internet, etc.
En contraste con el servicio de información, que hace referencia a la difusión de información simple, que viene a satisfacer necesidades de conocimiento básicas y estandarizadas por parte de los clientes, la actividad de consulta implica el necesario desarrollo de un diálogo que satisfaga las necesidades de los clientes a través de la creación de una solución a medida. La consecución de una actividad de consulta eficiente requiere del conocimiento en profundidad de la situación de cada cliente. Entre los elementos más habituales para el desarrollo de esta actividad nos encontramos con: la realización de auditorías, servicio de asesoramiento personal, tutorización y formación para el uso del producto, etc.
Las empresas bien gestionadas intentan, al menos en la medida de lo posible, tratar como invitados a los clientes que visitan sus instalaciones (especialmente cuando, como en el caso de muchos productos del sector de las artes, la prestación del servicio se prolonga durante varias horas). La hospitalidad alcanza su punto crítico máximo cuando se produce el encuentro cara a cara entre el personal en contacto de la organización y el cliente, que Grönroos (2007) denomina "momento de la verdad" o "momento de la oportunidad". Esta es la razón por la que es un requisito indispensable que los empleados sean amables y considerados con los clientes, con el fin de propiciar una atmósfera agradable.
Los clientes que acuden a un lugar de prestación de servicios desean, a menudo, ayuda para con sus objetos personales. En algunos casos, la prestación de este servicio puede ser crucial en la decisión de consumo del cliente. Un ejemplo de este tipo de servicios son los destinados al cuidado de las pertenencias que los clientes traen con ellos, como: servicio de guardarropa, parking, cuidado de animales de compañía, cuidado de niños, depósitos de seguridad, etc.
Las excepciones caen fuera de las rutinas ordinarias de la prestación de servicios. Una entidad de servicios eficiente buscará anticipar las excepciones y desarrollar planes de contingencia y líneas de acción apropiados. Esta forma de actuar permitirá a los empleados actuar de forma rápida y efectiva. Hay diversos tipos de excepciones que se deben planificar:
Las múltiples decisiones que implica la gestión de un producto cultural van a proyectarse en última instancia sobre la marca. La función de marketing se interrelaciona con todas las funciones de la empresa (no es una función exclusiva del departamento de marketing), y por lo tanto, todos los departamentos y todo el personal de la empresa desempeña un papel en la construcción de la marca. La marca no es un nombre, no es un logo, la marca son asociaciones, valores, experiencias, recuerdos, expectativas, etc. en definitiva, todas las decisiones que tomemos van a afectar (positiva o negativamente) a la marca.
En la gestión de la marca tenemos que tener en cuenta tres ámbitos:
La marca está compuesta por dos elementos: el nombre y el logo. El nombre es la parte de la marca que se pronuncia y el logo es el grafismo asociado a la marca. El logo tiene como fin facilitar el recuerdo a través de la memoria visual: resulta más fácil recordar imágenes, colores y grafismos que nombres, y por este motivo lo más frecuente es que se utilicen ambos elementos en la construcción de la marca, aunque es decisión del gestor de marketing optar por una de las tres alternativas posibles en el diseño de la marca:
Ejemplos de Marcas, Logos y Marcas con Slogan
Lo más frecuente es utilizar logo y marca, como es el caso de los ejemplos recogidos en la figura 1, con la Sala La Imperdible y el Teatro Cánovas. Menos frecuente es introducir las marcas con slogan, como es el caso del Mercat de les Flors.
Las decisiones sobre la estrategia de marca comienzan a adquirir dimensiones más complejas en el momento que la organización cultural va ampliando su cartera de productos: ¿utilizo la misma marca? ¿diseño una marca nueva? ¿debo utilizar más de una marca simultáneamente, para aprovechar los públicos que ya me conocen? En este sentido, es importante conocer las ventajas e inconvenientes que nos ofrece cada alternativa, con el fin de seleccionar aquélla que mejor se ajusta a mi público objetivo.
1. Estrategia de marca producto: consiste en vincular de manera exclusiva un nombre a un solo producto y a un único posicionamiento. En este caso, cada nuevo producto cultural que se lanza al mercado lleva un nombre único. Las ventajas de esta estrategia son:
Por otra parte, las desventajas que presenta esta estrategia son:
2. Estrategia de marca línea: consiste en identificar con el mismo nombre un conjunto de productos complementarios que se comercializan bajo una misma promesa comercial. Por ejemplo, en la industria del cine, Disney comercializa múltiples productos bajo marcas línea como "El Rey León", "Monsters University" o "Cars". La productora de contenidos audiovisuales Cameo decide, por motivos estratégicos crear la marca Filmín para dirigirse a un público de consumo en internet. En general, es frecuente comenzar con un producto básico y, en la medida en que se observa una aceptación generalizada del producto por el mercado, ir ofreciéndole a éste productos que le resulten atractivos bajo la imagen y el posicionamiento conseguido por la marca. A este proceso se le denomina "profundizar en la línea".
3. Estrategia de marca sectorial: supone identificar con un mismo nombre y promesa comercial un conjunto de productos que pertenecen al mismo sector profesional. Sería el caso de organizaciones culturales que operan en múltiples sectores culturales que identifican con marcas específicas: una marca para los productos de cine, otra para música, otro para teatro, etc. Las principales ventajas del uso de esta estrategia son:
4. Estrategia de marca paraguas: consiste en utilizar con el mismo nombre y promesa comercial, diferentes productos en distintos mercados. Haciendo uso del nombre genérico, cada producto realiza su propia comunicación, desarrolla sus promesas y establece su posicionamiento. La principal ventaja de esta estrategia reside en la sinergia de capitalización. Cualquier acción de cualquier producto va a beneficiar a la marca. Por otra parte, se corre el riesgo de introducir productos que no cumplan los requerimientos establecidos por la promesa comercial y, en caso de tener algún problema con cualquier producto de la cartera, la marca (y en consecuencia, el resto de productos) también se verá afectada negativamente.
5. Estrategia de marca garantía: en este caso, la marca aparece con el fin de aportar un aval de garantía para los productos-marca que rubrica. La principal ventaja de esta estrategia es la libertad estratégica que permite, ya que cada producto, con su marca, opera en diferentes mercados y, haciendo uso de la marca garantía, se hace más fácil su adopción por parte del mercado. Por ejemplo, la productora El Deseo, Fundada por Pedro Almodóvar y Agustín Almodóvar, actúa como marca garantía en la producción de películas de directores como Alex de la Iglesia, Guillermo del Toro, Daniel Calparsolo, Mónica Laguna o Isabel Coixet.
6. Estrategia de marca virtual: el nuevo territorio que ofrece Internet constituye un reto importante para las marcas culturales que operan en los mercados tradicionales. En éste ámbito las empresas cuentan con tres opciones:
7. Estrategia de marca internacional. Cuando una empresa se enfrenta a la decisión de internacionalizar su producto, la primera decisión que ha de tomar es la elección entre las dos alternativas posibles:
Aunque existe una tendencia general hacia la utilización de marcas globales, el entorno cultural ofrece realidades tan diversas, que, como siempre, la elección vendrá determinada por el público objetivo y sus preferencias en la adopción de la marca.
Alianza de marca: consiste en la vinculación de dos o más marcas con fines estratégicos. Cuando de la alianza nace una nueva marca (un nombre y un logo nuevos), recibe el nombre de co-branding. Las alianzas de marca pueden tener como origen muchos motivos: actividades de patrocinio, atracción de nuevas audiencias, mejora de la imagen, etc. En general, en las múltiples posibilidades que alberga esta alternativa estratégica, subyace una acción relacionada con la imagen de marca. Por ejemplo, en 2005 la filial de telefónica Movistar, siguiendo el ejemplo de otras multinacionales, patrocina el Teatro Rialto de Madrid en un acuerdo que llevó a una modificación del nombre, incorporando la marca, para pasar a denominarse: Teatro Rialto Movistar. De la misma manera, encontramos el caso del Festival Internacional de Benicasim Heineken, etc. Aunque la mayor parte de las experiencias que encontramos suelen tener como origen una actividad de patrocinio, esta no es la única utilidad de las alianzas de marca. Asociaciones con otras marcas del mismo sector nos puede aportar valores intangibles de la marca (modernidad, juventud, calidad, etc.). Este tipo de acciones han de buscar siempre un beneficio mutuo, es decir, que todos los involucrados en la acción obtengan resultados (valores) positivos.
A lo largo de la vida de un producto, la marca va adquiriendo un valor por sí misma. Todas las acciones que realiza la organización va generando valores (positivos o negativos) para la marca, y ésta va adoptando una entidad y una personalidad propia y que, por tanto debemos saber gestionar estratégicamente. ¿Cuánto vale nuestra marca? Quizás esta cuestión sea el punto de partida de este análisis: vale lo que el consumidor esté dispuesto a pagar por ella. ¿Acaso un producto vale más porque aparece una marca en lugar de otra? ¿o el cliente decide más rápido al identificar una marca conocida? La respuesta a estas y otras preguntas nos lo ofrece el análisis del valor de la marca, factor clave para el gestor cultural, ya que gestionar bien una marca generará múltiples beneficios para el público y para la organización cultural.
El primer paso en este análisis es conocer los componentes que crean el valor de la marca (la vinculación, el reconocimiento del nombre, la calidad percibida, la asociación de la marca y otros activos):
El Valor de la Marca Cultural
Fuente: adaptado de Aaker, D.A. (1996).
La política de precios constituye un factor controvertido en cultura. En aquéllos productos en los que los beneficios económicos comparten espacio con otros beneficios de tipo social, educativo, etc. las decisiones sobre el precio adquieren una dimensión diferente. Desde la perspectiva de marketing, entendemos que el precio es el valor (en forma monetaria o no monetaria) que el comprador de un producto cultural entrega a cambio de la utilidad que recibe por su adquisición. Para entender esta definición, pongámonos en la situación de una persona que ha decidido invertir la tarde del sábado en asistir a un espectáculo en el Teatro Avanti (Córdoba). Además del precio de la entrada que tendrá que abonar, deberá hacer frente a otros costes asociados al acto de compra: desplazamiento (en taxi, en aparcamiento, etc.), canguro (si es que tiene niños pequeños), quizás un tiempo previo o desplazamiento en fecha anterior al espectáculo para realizar la compra, tiempo invertido en esta actividad y no en otra (coste de oportunidad, lo que he dejado de hacer por asistir a un espectáculo) etc. Todos estos costes, denominados no monetarios, aunque algunos sí que suponen implicaciones económicas para el consumidor, han de ser tenidos en cuenta a la hora de diseñar la política de precios.
¿Qué papel desempeña el precio en el proceso de decisión de compra del consumidor? La teoría económica nos indica que el precio es la única variable que explica el comportamiento de la demanda, de tal manera que un precio más elevado supone una disminución de la demanda, mientras que un precio más bajo incrementaría el número de ventas. La psicología, el marketing y la teoría económica ponen de manifiesto otros factores explicativos más allá del precio económico, factores de carácter emocional o intelectual ejercen una influencia directa, consciente o inconsciente, sobre las decisiones de compra. De hecho, una buena campaña de comunicación hoy día rara vez se basa sólo en elementos objetivos como el precio o las prestaciones, también aparecen con una fortaleza cada vez mayor elementos subjetivos dirigidos a estimular y reforzar la dimensión emocional del producto cultural.
La política de precios de una organización cultural, en el contexto general de la estrategia de marketing, desempeña un papel importante en las relaciones con el consumidor. Los motivos de la importancia de este instrumento son los siguientes:
El diseño de la política de precios cuenta, por lo tanto, con importantes implicaciones en el diseño de la estrategia de marketing de las organizaciones. Más allá de la tradicional reflexión sobre "la enfermedad de los costes" planteada por William Baumol y William Bowen, en la que se plantea el problema económico que supone el hecho de que el precio de los artistas se haya visto incrementado con el paso del tiempo mientras que su productividad no lo ha hecho proporcionalmente (en referencia fundamentalmente al sector de las artes, no a la industria cultural), nos planteamos la siguiente cuestión ¿qué importancia tiene el precio para los públicos? En este sentido, debemos tener presente las siguientes cuestiones:
Partiendo de este análisis del precio como instrumento, nos puede resultar útil conocer las estrategias que podemos utilizar en nuestra relación con el público:
A través del establecimiento del precio las organizaciones se posicionan con respecto al resto de organizaciones que operan en su mismo sector en términos de calidad, tamaño, imagen, reputación, etc. Pero, en última instancia, es el valor percibido el que determina la rentabilidad a los ojos del consumidor, y, como comentamos anteriormente, el precio es para la mayoría de los consumidores un indicador importante en la formación de expectativas del cliente. Lo más habitual es que los oferentes de una misma categoría de servicio en una zona de la ciudad mantengan precios similares y que ese precio sea superior o inferior en función del prestigio de la entidad.
Esta alternativa estratégica consiste en establecer precios diferentes para productos diferentes. Por ejemplo, cobrar precios diferentes para una concierto en vivo de un artista conocido (que sabemos que va a tener mayor demanda aunque el precio sea elevado) y para un grupo de música nuevo, cuya demanda es menor. Esta alternativa presenta un problema: la introducción de productos de precio bajo puede dañar la imagen de calidad de la programación de una organización. La solución a este problema se puede resolver parcialmente jugando con los espacios dedicados a los diferentes públicos. Por ejemplo, en el caso de las artes escénicas podemos ofrecer una escala de precios inalterable para toda la temporada, pero el número de plazas de precio alto puede ser mayor para espectáculos de mayor demanda y menor para espectáculos de demanda reducida.
La discriminación en precios consiste en establecer precios diferentes para un mismo producto cultural dependiendo de factores del entorno. Los factores que se suelen contemplar son los siguientes:
Consiste en establecer los mismos precios siempre. Esta estrategia se puede mantener con un carácter más o menos generalista. En el caso más extremo, se mantienen los mismos precios siempre, para todos los espectáculos. Esta experiencia ha cultivado éxitos en entornos como las artes escénicas o los museos.
Es importante tener presente que las estrategias de precio comentadas no son incompatibles, lejos de ello, tendremos que tener presentes siempre prácticamente todos los criterios comentados, aunque en última instancia decidamos utilizar sólo uno o dos como eje de nuestra estrategia.
En cualquier caso, la estrategia de precios ha de ser diseñada conjuntamente con el plan de desarrollo de la audiencia, identificando estrategias específicas para cada tipo de público.
Si bien la determinación de la estrategia de precios en ocasiones es una elección del gestor cultural, en muchos casos también viene determinada por el sistema, que determina los valores económicos de los precios con diversos fines sociales o políticos. Es bastante frecuente, por otra parte, que los productos culturales, cuando son ofrecidos por entidades de carácter público sean gratuitos. Obviamente, para el gestor esta determinación ha de ser considerada como una limitación, ya que nos determinan parcialmente el uso de esta variable y no debemos olvidar que el precio constituye una fuente de información y comunicación importante para el consumidor; la labor del gestor cultural estará en integrar adecuadamente este factor con el resto de estrategias de marketing y comunicación para ser capaz de acercarse al público objetivo sin que la decisión altere excesivamente su planificación de marketing (imagen, posicionamiento, etc.).
Las relaciones de distribución constituyen una fuente de creación de valor para el cliente, facilitando el acceso al producto. En este sentido, una primera aproximación al diseño de esta categoría de relaciones pasa por plantear las siguientes cuestiones:
En general, la accesibilidad al producto cultural será percibida por el cliente como servicios que hacen más fácil (o difícil) el consumo del producto. El gestor cuenta con tres tipos de canales de distribución:
La decisión sobre la utilización de intermediarios es importante, ya que su incorporación a nuestra actividad nos puede aportar gran valor, pero también hacen más complejas las relaciones con el cliente. Los aspectos beneficiosos de la distribución directa son:
La principal desventaja de esta modalidad de relación directa con el cliente es la dificultad para alcanzar a públicos muy amplios y dispersos. Las nuevas tecnologías permiten mitigar parcialmente estas desventajas, haciendo más flexible y accesible esta relación directa, pero aun así, cuando nuestra intención es comercializar un producto masivo y alcanzar un alto nivel de impacto en el mercado, se hace muy difícil mantener exclusivamente la estrategia de distribución directa y tendremos que recurrir a alianzas con intermediarios para ampliar nuestro acceso al mercado. Las ventajas del canal de distribución indirecto son básicamente tres:
Aunque la distribución indirecta ofrece ventajas, también hace más complejas las relaciones con el cliente, por lo que su implementación requiere un especial cuidado:
Un último aspecto que debemos tener presente en el diseño de las relaciones de distribución es la localización. Dependiendo del tipo de producto que estemos gestionando, esta decisión contará con mayor o menor flexibilidad. En el ámbito de los bienes culturales, existe una distribución física propiamente dicha, y por lo tanto la gestión de la distribución supondrá realizar las correspondientes actividades logísticas (transporte, almacenamiento, etc.). En este caso, la localización de los distribuidores minoristas (los responsables de hacer llegar el producto al consumidor final) es especialmente importante y en su selección valoraremos la ubicación de su espacio de venta (local comercial): volumen de atracción del área comercial en la que se encuentra ubicado, dimensiones del local comercial, calidad del local para la exhibición, conservación y venta del producto, etc. Por otra parte, la comercialización de servicios culturales suele suponer, el desplazamiento del consumidor al espacio en el que se produce y entrega el servicio, por lo tanto, los distribuidores tan sólo transmitirán un derecho de uso e información al público y en el diseño de la localización debemos plantearnos cómo disminuir, en la medida de lo posible, las barreras de entrada, haciendo más fácil el acceso al espacio a través de servicios complementarios, como el aparcamiento, líneas de autobús / metro con paradas cercanas, etc.
En los apartados anteriores hemos reflexionado sobre los diferentes instrumentos de marketing y cómo cada uno de ellos constituye una forma diferente de relacionarse con el consumidor. En este apartado presentamos, en forma de tabla de texto, características que, en mayor o menor medida, pueden presentarse en los productos culturales y las correspondientes implicaciones estratégicas.
Características de los servicios culturales: consecuencias e implicaciones estratégicas.
Las distintas estrategias girarán en torno a un objetivo principal: La tangibilización del servicio.
Para ello, es habitual recurrir a:
Es sumamente importante desarrollar una correcta gestión:
Es sumamente importante desarrollar una correcta gestión:
Los servicios no se pueden almacenar para su uso posterior.
Los clientes tan sólo adquieren un derecho de uso o acceso.
La entidad oferente de servicios comercializa un derecho de acceso a un servicio.
Fuerte involucración de los clientes en el proceso de producción.
Son servicios de alto contacto.
Los clientes se relacionan con otros clientes.
La interacción de los clientes ha de incluirse en el proceso de producción.
Las "propiedades de experiencia" que caracterizan a los servicios, tan sólo pueden ser percibidas por el cliente después de la compra y durante el proceso de consumo.
Recurrir a estrategias de comunicación que ofrezca información creíble del servicio (experiencias, medios de comunicación, etc.)
Los clientes presentan una especial sensibilidad hacia el factor tiempo.
Es necesario conocer el límite de tiempo que los clientes están dispuestos a invertir en la adquisición del servicio.
Fuente: Elaboración propia.
1. Parrish, D. (2007). T-Sirts and Suits. A guide to the business of creativity. Merseyside ACME, Liverpool (England).
2. El Observatorio Cultural de Proyecto Atalaya produce información de gran interés sobre gestión cultural. Para el estudio de la demanda y segmentación de mercados, es interesante conocer sus estudios de Hábitos y Demandas culturales de los estudiantes de las Universidades Andaluzas, así como el resto de publicaciones, estudios y demás documentos sobre gestión cultural.
3. Arts Council of England (2007): "Call it a teener, The art of pricing in the arts", Arts Council of England, London.
4. Arts Council of England (2012): "Measuring the economic benefits of arts and culture", Arts Council of England, London.
5. Arts Council of England (2012): "Stakeholder Focus Research", Arts Council of England, London.
6. El Arts Council of England (2011): "Arts Audicences: Insight 2011", Arts Council of England, London.
7. Universidad de Barcelona, Programa de Gestión Cultural, Cultural Box, videoteca virtual especializada en gestión y políticas culturales.
8. Cameron, B., "El verdadero poder de las artes escénicas", TED.
9. La Sociedad General de Autores y Editores publica regularmente su Anuario de las artes escénicas, musicales y audiovisuales.
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QUERO GERVILLA, Mª José. Marketing cultural: el enfoque relacional en las entidades escénicas. Madrid: Red Española de Teatros, Auditorios y Circuitos de Titularidad Pública, 2003. 262 p. ISBN 978-84-607-9732-6.
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